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Viviendas pasivas; sostenibilidad y ahorro económico

En un momento en el que la conservación del medio ambiente se ha convertido en una cuestión prioritaria, los modelos constructivos tradicionales están dejando paso a otros mucho menos agresivos con el entorno y más eficientes. Así, las viviendas pasivas comienzan a ganar terreno y no sólo en casas unifamiliares y o pareados sino también en edificios.

La eficiencia de las viviendas pasivas

Las viviendas pasivas se diseñan pensando sobre todo en criterios de eficiencia energética. De hecho, se considera que una construcción de este tipo permite un ahorro de hasta un 90 % en climatización. No solo se reduce el consumo de energía, sino que a la vez se reducen las emisiones de Co2, ahí el doble valor de este tipo de viviendas.

De hecho, para que las viviendas pasivas puedan ser consideradas y certificadas como tales, su consumo energético debe ser inferior a 15 kWh/m², independientemente de la zona geográfica en la que se sitúen. Para hacerse una pequeña idea de lo que supone, el gasto en una vivienda bien aislada se estima en unos 65 kWh/m², mientras que en otra con calificación energética D puede elevarse a cerca de los 100 kWh/m².

A ese ahorro energético en climatización se suma el empleo de sistemas que apuestan por el uso de energías limpias y sostenibles, como son la energía solar, la aerotermia o la geotermia. Sistemas que limitan aún más la dependencia de la red eléctrica y energías no renovables y que ayudan a rebajar la huella de carbono.

Cómo se consigue la máxima eficiencia energética

Ese ahorro en el consumo de energía en climatización se consigue aplicando toda una serie de principios básicos que permiten que el confort interior se mantenga durante todo el año sin necesidad prácticamente de aportes energéticos. Las viviendas pasivas, por tanto, deben cumplir con unos criterios muy estrictos para poder ser consideradas como tales:

Hermeticidad: cerramientos, puentes térmicos, techo, suelo, etc.  son los responsables de que en construcciones tradicionales se pierda un elevado porcentaje de energía de confort y de ahorro. Por eso, en las viviendas pasivas se trabaja especialmente para evitarlos, sobre todo en las conexiones y uniones de los elementos constructivos para conseguir que sean absolutamente estancas.

Aislamiento térmico: es la primera de las claves de las viviendas pasivas, una adecuada cobertura térmica que evite el intercambio de temperatura con el exterior. Esa cobertura incluye tanto fachadas como cubiertas o tejados.

Puertas y ventanas eficientes: son puntos débiles en lo que a climatización se refiere. Por ello, en las viviendas pasivas se optan por dobles y triples acristalamientos inteligentes de gran efectividad.

Ventilación: es una de las claves de las viviendas pasivas. Se trata de conseguir la renovación del aire sin perder energía. Para ello, estas construcciones emplean sistemas de ventilación mecánica controlada con recuperación de calor que hacen innecesario abrir ventanas por donde se va el calor en invierno y el frescor en verano.

A estos principios esenciales se suman otros que también influyen en esa eficiencia energética que caracteriza a las viviendas pasivas. Entre ellos se podrían mencionar una orientación adecuada para captar al máximo la radiación solar y mejorar la iluminación, sistemas de protección para evitar sobrecalentamiento (pérgolas, toldos, persianas, etc.) o diseños más o menos compactos según la climatología de la zona.

Transformar construcciones tradicionales en pasivas

Las viviendas pasivas se construyen aplicando todos los principios señalados. En el caso de edificaciones ya construidas, es posible introducirlos para conseguir la máxima eficiencia energética. Requiere de inversiones elevadas, pero el gasto energético en climatización puede verse reducido hasta niveles mínimos.

Así, la mejora de la envolvente térmica, la sustitución de viejas ventanas y la implantación de sistemas de ventilación mecánica con recuperación de calor permiten alcanzar elevados niveles de eficiencia energética. Por lo tanto, la inversión se amortizaría en un plazo de tiempo asumible.

Hoy en día, el estilo de construcción de las viviendas pasivas se está extendiendo poco a poco pero con paso firme. De hecho, comienzan a verse edificios residenciales y de uso terciario que aplican los principios de este tipo de construcción. Ahorro energético, sostenibilidad y confort interior son las claves.

Pero también hay que añadir aspectos relacionados con la salud, puesto que en las viviendas pasivas se garantiza una adecuada renovación del aire interior. Este aspecto implica niveles de humedad adecuados, eliminación de microorganismos patógenos y ausencia de problemas como hongos, virus, moho o humedades. En definitiva, todo son ventajas en las casas pasivas.

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